Escrito en inglés por Taylor Tibbs
Traducido al español por Catalina Cobos-Uribe
Cada persona en el planeta cuenta con un juego único de huellas dactilares, ¡Incluso las huellas de gemelos idénticos son diferentes!
Con casi 8 mil millones de personas en el mundo, ¿cómo es posible que cada uno de nosotros tenga su propio juego de huellas dactilares?
Ilustración de la formación de huellas dactilares de un feto en desarrollo. Clipart acreditado a VectorStock y utilizado conforme a la Fair Use Act
Todo empieza en el útero. Siendo un feto de ocho semanas de edad, empezamos a formar lo que eventualmente serán nuestros dedos. Dentro del útero, nuestros dedos en formación están en contacto con todo lo que nos rodea. En este punto de nuestras vidas, nuestro entorno más inmediato es el saco amniótico, el cual está lleno de fluido y rodea al feto dentro del útero. Básicamente, nos encontramos flotando dentro de un globo lleno de agua. Igual que un globo, el saco amniótico consiste en una membrana delgada y moldeable que contiene fluido a presión. Al tiempo que nuestros dedos están expuestos a esta presión y vamos tocando la pared del saco amniótico, la piel de nuestros dedos, suave y en desarrollo, se dobla y arruga, formando “crestas de fricción”; es decir, los remolinos y las líneas de nuestras huellas dactilares. Las huellas en las palmas de nuestras manos y plantas de los pies también se forman de esta manera. Como ningún bebé se mueve igual que a otro dentro del saco amniótico, sus huellas dactilares son únicas, ¡incluso gemelos idénticos tienen huellas dactilares diferentes!
Manchas de tinta de los tres patrones de huellas dactilares y su porcentaje de prevalencia en la población. Adaptado de Abbasi y Rasouli 2017.
Las huellas dactilares siguen tres patrones o dermatoglifos: bucle, verticilo y arco. Los bucles son los más comunes y constituyen 60% de todas las huellas dactilares, mientras que los arcos constituyen el 5%. Aunque las huellas dactilares se pueden agrupar en estos tres patrones, el espacio que existe entre las crestas es único. Es más, ninguno de nuestros dedos tiene huellas dactilares idénticas. Puede que tengas un verticilo en tu dedo meñique y un arco en el pulgar. ¡Nuestras huellas dactilares no solo son diferentes a las de otras personas, sino que cada uno de nuestros dedos cuenta con huellas dactilares únicas!
Huella dactilar en una escena de crimen. Foto obtenida de Scott Campbell, Ron Smith & Associates.
Para poder observar con mayor detalle los patrones de las huellas dactilares, las yemas de los dedos suelen sumergirse en tinta y presionarse en papel. Esto es lo que pasa en La Ley y el Orden cuando dicen que “tomaron las huellas dactilares del perpetrador”. Como no hay dos iguales, las huellas dactilares se han convertido en una herramienta poderosa dentro del sistema de justicia para establecer si una persona estuvo en la escena del crimen. La grasa que produce nuestra piel de forma natural puede dejar marcas de nuestras huellas dactilares en una gran variedad de superficies, como mesas, vasos y picaportes. Los detectives pueden colectar estas huellas dactilares y compararlas con manchas de tinta para ver si coinciden.
Además de únicas, nuestras huellas son permanentes, ya que nos acompañan desde que nacemos hasta que morimos. Incluso cuando nos lastimamos, la nueva piel crece siguiendo el mismo patrón que se formó mientras estábamos en el útero. Sin embargo, hay personas que nacen sin huellas dactilares. Las personas con adermatoglifia no tienen huellas dactilares debido a una mutación genética. La genética puede influir en el patrón de nuestras huellas, pero es algo complicado. Los científicos aún no han descubierto cómo es que nuestros genes contribuyen al desarrollo de nuestras huellas dactilares.
Aunque aún quedan cosas por descifrar, conocemos algunos puntos clave: 1) las huellas dactilares son únicas, independientemente de la identidad genética de quien las porta y 2) las huellas dactilares son permanentes. La próxima vez que utilices tu dedo para desbloquear tu celular, presta más atención a tu huella dactilar, ¿qué patrón observas?