Traducido por Amy Aponte Santana
Escrito por Jeffrey Letourneau (English version)
¿Qué cenaste anoche? Puede parecer que fue hace mucho tiempo desde tu perspectiva, pero lo más probable es que los microbios en tus intestinos están digiriendo parte de los últimos nutrientes restantes de esa comida. En particular, la fibra dietética es una fuente importante de alimento para estos microbios, y nos conviene mantenerlos bien alimentados.
¿Entonces, qué tiene de especial la fibra? La fibra es un tipo de carbohidrato, una clase de molécula hecha de átomos de carbón, hidrógeno y oxígeno. El tipo más simple de carbohidrato es un monosacárido, o azúcar simple. Probablemente has escuchado de la fructosa y la glucosa, por ejemplo. Estos monosacáridos pueden conectarse de diferentes formas. Combina una fructosa y una glucosa y obtienes sacarosa, o azúcar de mesa. Combina cientos de moléculas de glucosa en cadena y obtienes almidón. El cuerpo humano tiene 17 genes que se encargan de descomponer estos carbohidratos complejos. Aunque esto puede parecer demasiado, en última instancia significa que solo podemos obtener energía del almidón, la sacarosa, y la lactosa. Entonces, la fibra dietética es cualquier tipo de carbohidrato que nuestro cuerpo no pueda digerir por su cuenta.
Ahora, vamos a suponer que te comes una banana. Esta contiene almidón, sacarosa, fructosa y glucosa, todas las cuales tu cuerpo puede usar, pero también tiene niveles altos en inulina, un carbohidrato complejo hecho de muchas moléculas de fructosa y una molécula de glucosa pegada a uno de sus extremos. Nuestras células humanas no pueden descomponer/digerir a la inulina, por lo que viaja a través del tracto digestivo hasta que alcanza el microbioma intestinal en los intestinos delgado y grueso.
El cuerpo humano alberga trillones de bacterias y otros microbios; según algunos estimados, estos microbios superan en número a nuestras propias células. Y el intestino es como la selva de nuestro cuerpo, un sitio con mayor diversidad microbiana que en cualquier otra parte de nuestro cuerpo conjunto, con alrededor de 100 billones de bacterias apretujadas en cada gramo de contenido intestinal. Colectivamente, estas bacterias tienen sobre 15,000 genes distintos para procesar/digerir carbohidratos complejos. Hace que nuestros 17 genes suenen bastante patéticos, ¿no?
En caso de que creas que mantener la vasta diversidad microbiana en el intestino es razón suficiente para comer fibra, puede ser que te ayudará saber que nuestras bacterias también nos alimentan. Mientras digieren las fibras, las bacterias producen productos químicos finales, incluyendo una clase de compuestos llamados ácidos grasos de cadena corta (AGCC). Si bien nuestro cuerpo no puede usar las fibras por sí mismo para generar energía, puede usar los AGCC que son absorbidos dentro de las células de nuestros intestinos. Entonces, al alimentar a nuestro microbioma, también mantenemos alimentados a nuestros intestinos. Tiene sentido, entonces, que las personas que comen más fibra tienen menor riesgo de cáncer de colon. Pero alimentar a nuestros microbios intestinales también tiene beneficios a la salud más allá de los intestinos. Las personas que comen más fibra también tienden a tener un colesterol más bajo, menor riesgo a ciertas enfermedades infecciosas, y quizás incluso mejor cognición.
Cabe destacar que el 95% de los estadounidenses no cumplen con el mínimo nivel de ingesta recomendada de fibra dietética. La típica dieta estadounidense favorece muchas carnes y comidas procesadas a costa de alimentos altos en fibra como frutas, vegetales, frijoles, y granos integrales. Puede ser muy difícil consumir suficiente fibra, incluso para personas como yo que literalmente la estudian para ganarse la vida. Pero nuestro microbioma intestinal hace mucho por nosotros, así que la próxima vez que tengas hambre, agradece a tus microbios comiendo una porción extra de brócoli o probando una nueva verdura. Es posible que muestren su agradecimiento ocasionándote gases, pero valdrá la pena para tu salud a largo plazo.