El Microbioma Humano: No estamos solos

Escrito en inglés por Emily Green 

Traducido por Maria X. Cardenas, Ph.D

¿Qué significa ser un individuo? Quizás disfrutes pasar tu tiempo haciendo una actividad en particular o practicando tu deporte favorito. Quizás te guste expresar tus intereses a través de la ropa que usas o la música que escuchas. Cualesquiera que sean tus pasiones, todos y cada uno de nosotros somos únicos, diferentes unos de otros. Y si bien es posible que todos seamos únicos, ¿qué pasaría si te dijera que en realidad no somos organismos individuales? De hecho, billones de organismos microscópicos, muy diferentes a nosotros, viven sobre y dentro de nuestros cuerpos. De hecho, sólo el 50% de las células en nuestro cuerpo son células humanas. El otro 50% está formado por bacterias, hongos y virus, conocidos colectivamente como microbioma.

Estos microorganismos habitan todo nuestro cuerpo: los podemos encontrar en nuestro intestino, cubriendo nuestra piel y dentro de nuestra boca. Cada región de nuestro cuerpo representa un nicho ecológico con características específicas que únicamente permiten prosperar a ciertos microbios . Por ejemplo, los microbios presentes en el estómago toleran un ambiente muy ácido, mientras que los microbios presentes en la piel toleran una amplia gama de temperaturas. Estos microbios han evolucionado para vivir en simbiosis entre sí y con nosotros. En una persona sana coexisten bacterias buenas y malas que promueven un desarrollo y estado fisiológico y de salud positivos. Estos microorganismos nos ayudan a metabolizar o a procesar los alimentos que consumimos y a absorber los nutrientes en nuestros intestinos. También fortalecen nuestro sistema inmunológico al colonizar o vivir en nuestra piel y en nuestro intestino. Además, los microbios buenos, al consumir espacio y recursos, evitan que las  bacterias malas o patógenas puedan invadir nuestro cuerpo y causar infección (Figura 1). Estos microbios pueden incluso influir en nuestro comportamiento y desarrollo comunicándose directamente con nuestro cerebro. Adicionalmente, los microbios pueden protegernos de toxinas dañinas en nuestro entorno al facilitar el metabolismo xenobiótico o la descomposición de sustancias químicas dañinas en subproductos no tóxicos que nuestros cuerpos pueden metabolizar y excretar.

Figura 1.  Beneficios de un microbioma saludable y  resultados negativos de un microbioma disbiótico.

Sin embargo, si se altera el equilibrio entre las bacterias buenas y malas, pueden surgir enfermedades. Nuestro microbioma comienza a formarse en el útero, es decir antes de nacer. Factores como la dieta materna, el método de parto, el método de alimentación infantil, la genética hereditaria y la exposición a factores ambientales desempeñan un papel en la formación de nuestro microbioma durante el desarrollo temprano. Sin embargo, eso no quiere decir que la composición del  microbioma esté “escrita en piedra” desde los primeros años de vida. Muchos factores del estilo de vida, como la dieta, el ejercicio, el envejecimiento, el estrés, el uso de antibióticos y la exposición a toxinas ambientales, pueden alterar la diversidad microbiana a lo largo de la vida (Figura 2). Si alguno de estos factores causa  disbiosis, es decir un cambio negativo en la diversidad microbiana, esto puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes, trastornos de salud mental, enfermedades gastrointestinales, enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales e incluso cáncer (Figura 1).

Figura 2. Factores que influyen en la composición y diversidad microbiana intestinal a lo largo de la vida.

El ecosistema microbiano es muy dinámico y responde rápidamente a los cambios en nuestro cuerpo y nuestro entorno para proporcionar la energía que necesitamos para funcionar y protegernos de los factores estresantes a los que nos enfrentamos. ¡Se ha demostrado que algo tan simple como cambiar la dieta puede alterar el microbioma en tan solo 24 horas! Por lo tanto, es importante practicar un estilo de vida saludable (comer una dieta bien equilibrada y hacer ejercicio) no sólo para nosotros, ¡sino también por nuestro microbioma! Aunque no podemos ver estos organismos microscópicos que viven sobre y dentro de nosotros, sabemos que no estamos solos. Estos microorganismos son claramente diferentes a nosostros, y sin embargo, han evolucionado hasta convertirse en una parte esencial de nuestras vidas. ¡Dependemos tanto de nuestro microbioma que literalmente no podríamos vivir sin él!

Editado en español por Doris Cruz Alonso y Catalina Cobos-Uribe