La hipótesis de la higiene: ¿nos hemos vuelto demasiado limpios?

Traducido por Maria X. Cardenas, PhD

Original en Inglés publicado en Diciembre 19, 2022 por Megan (Frederick) Amason

Aumento de alergias y autoinmunidad 

En los últimos años, los médicos han notado una tendencia alarmante: el número de personas diagnosticadas con alergias o enfermedades autoinmunes ha aumentado drásticamente. Cada año en los Estados Unidos, alrededor de 50 millones de personas sufren de alergias: una variedad de síntomas causados por una reacción a sustancias “extrañas” no perjudiciales, como el polen o las células de la piel de las mascotas. Del mismo modo, alrededor de 23,5 millones de personas han sido diagnosticadas con enfermedades autoinmunes como lupus, diabetes tipo I o artritis reumatoide, lo que significa que sus sistemas inmunológicos atacan proteínas sanas “propias” que son parte de sus cuerpos. En ambos casos, el sistema inmunológico de la persona no funciona adecuadamente y ya no puede protegerlo de los patógenos. En cambio, el sistema inmunológico ataca a el cuerpo en ausencia de infección.

Fundamento de la hipótesis de la higiene

¿Por qué tantas personas experimentan enfermedades causadas por respuestas inmunitarias hiperactivas? Los científicos creen que tienen una respuesta, y se llama la “hipótesis de la higiene”. Propuesto originalmente en 1989, un investigador llamado David Strachan observó que los niños que tenían hermanos mayores tenían menos probabilidades de desarrollar enfermedades de la piel o alergias estacionales. Se dio cuenta de que, con el tiempo, el tamaño promedio de la familia había disminuido, mientras que los niveles estándar de limpieza habían aumentado en muchos hogares, y además planteó la hipótesis de que todo esto significaba que los niños tenían menos oportunidades de enfermarse. Llegó a la conclusión de que el hecho de que los niños pequeños se enfermaran, en realidad era algo bueno. Pero, ¿por qué es tan importante que los niños se enfermen?

Desarrollo del sistema inmunológico en un niño

Después de décadas de investigación sobre el sistema inmune y su funcionamiento, ahora sabemos que para que funcione correctamente, el sistema inmune debe ser “educado” para identificar patógenos peligrosos como bacterias y virus. Cuando los bebés nacen, sus sistemas inmunológicos no han estado expuestos a muchas cosas extrañas porque han estado protegidos en el útero de su madre. Sin embargo, a medida que crecen, los niños están expuestos a todo tipo de gérmenes y sus sistemas inmunológicos deben aprender a identificar y eliminar las cosas que podrían enfermarlos gravemente. Si bien existen muchos mecanismos diferentes que ayudan a educar adecuadamente al sistema inmune, una de las formas clave es que éste entre en contacto con diferentes patógenos. ¡Enfermarse es parte de la educación de tu cuerpo! Si el sistema inmunológico hace su trabajo correctamente, montará una respuesta fuerte y oportuna a cualquier patógeno para que la persona solo se sienta enferma durante unos días antes de volver a la normalidad. La mayoría de las veces, cuando te sientes enfermo con fiebre, tos o secreción nasal, ¡esto significa que tu sistema inmunológico está haciendo su trabajo para protegerte! Cuanto más aprenda tu sistema inmunológico, mejor hará su trabajo, algo llamado memoria inmunológica. Pero, ¿qué sucede si el sistema inmunológico no está debidamente educado?

Gráfico que muestra la maduración del sistema inmune a lo largo de la vida de una persona, incluidos los factores ambientales que influyen en su desarrollo. La maduración máxima se produce en algún momento entre la adolescencia y la edad adulta temprana. Gráfico modificado de “Influence of Age, Microbes, and the Immune System”.

Evidencia que apoya la hipótesis de la higiene

El resultado de un sistema inmune mal entrenado es que, en lugar de atacar a patógenos extraños, puede atacar accidentalmente a sus propias proteínas o a alérgenos no perjudiciales. Hay muchas hipótesis y mecanismos complejos que podrían explicar por qué esto puede ser cierto, pero la forma más sencilla de explicarlo es la siguiente: si su sistema inmune tiene poca experiencia en la lucha contra patógenos extraños, es posible que no sepa diferenciar entre patógenos extraños y proteínas propias. Además, si su sistema inmunológico está ocupado luchando contra patógenos extraños, tiene menos tiempo, energía y recursos para atacar proteínas propias o no perjudiciales. Desde la propuesta original, muchos estudios han proporcionado evidencia que respalda la hipótesis de la higiene, incluida la observación de que los países más desarrollados (donde aumenta la limpieza y disminuye la aparición de infecciones) tienden a tener una mayor incidencia de enfermedades autoinmunes en comparación con los países en desarrollo. También hay evidencia de que el uso excesivo de antibióticos en niños pequeños aumenta la probabilidad de desarrollar alergias o asma más adelante en la vida. Éstos y otros estudios han respaldado la observación de que entre menos se enfermen los niños, más probable es que desarrollen alergias o enfermedades autoinmunes.

Numerosos estudios han encontrado que los niños que crecen en granjas tienen menos probabilidades de desarrollar alergias, probablemente porque tienen una mayor exposición a diversos gérmenes y alérgenos ambientales. Fuente de la imagen

¿Cual es la solución?

Si dejáramos de lavarnos las manos y de limpiar nuestras casas, ¿eliminaría realmente las alergias y las enfermedades autoinmunes? Lamentablemente, este no es el caso. Hay una variedad de factores que influyen en la enfermedad, como la genética, el sexo, la dieta y otros desencadenantes ambientales. Además, todos sabemos que lavarnos las manos es una buena práctica sanitaria. También vale la pena señalar que el uso de antibióticos ha aumentado la esperanza de vida; ya que en algunas circunstancias, el sistema inmune de una persona puede necesitar ayuda para eliminar con éxito un patógeno. Como puedes ver, el problema es bastante complejo y la solución no es simple. Sin embargo, lo que los estudios científicos nos han demostrado es que enfermarse no siempre es algo malo, especialmente en los niños cuyo sistema inmunológico aún está aprendiendo a protegerlos. Es cierto que hay científicos que no están de acuerdo con la hipótesis de la higiene y dicen que una respuesta inmune que funcione correctamente tiene más que ver con la presencia de bacterias comensales no perjudiciales, que con la exposición a bacterias patógenas que nos enferman. Si bien se necesitan más estudios para comprender mejor estas interacciones, tal vez las ideas no se excluyen mutuamente y la solución se encuentra en algún punto intermedio. Quizás no deberíamos obsesionarnos con que todo esté limpio, y no deberíamos llegar a los extremos para evitar contraer un resfriado común. En cambio, debemos aceptar que enfermarnos de vez en cuando es totalmente normal y que existen las bacterias “buenas” y debemos permitir que nuestro sistema inmunológico se encargue de lo que fue diseñado para hacer. Al final, tal vez el viejo dicho “Un poco de tierra no hace daño” tiene más verdad de lo que se creía anteriormente.

Original editado por María X. Cardenas y Sarah Parker

Version en Español editada por Maria Arango